Hijo Prodigo

EL HIJO PRÓDIGO

EL HIJO PRÓDIGOHijo Prodigo

Muchos dicen que tu maldición comenzó cuando llegó Billy Álvarez a presidirte, otros dicen que fue el Loco Abreu quién te puso el hechizo, unos más se lo atribuyen a la famosa cabra que atormentaba a otro equipo con los mismos colores, y otros hasta creen que esto es algo que va más allá de nuestras capacidades, algo sobrenatural. Para mí, tu maldición comenzó por allá de 1996, año en el que te fuiste de casa para probar suerte en tu propio estadio.

En 1971 tomaste la sabia decisión de llegar a casa y disputar tus partidos en el majestuoso Estadio Azteca, y no es ninguna casualidad que a partir de este año comenzara tu llamada “Época de Oro”, década en la que ganaste 7 títulos en un lapso de 10 años, hasta un tricampeonato lograste obtener aunque no quepa en la cabeza de nadie. Todo era jajaja y jijiji para ti y tus seguidores en esta época y hasta eran considerados un “Equipo Grande”, y la verdad era merecida esa concepción que existía sobre ustedes. Tu afición comenzó a crecer exponencialmente y los niños soñaban con algún día defender los colores celestes de tu camisa cuando crecieran. Tu sequía de los años 80’s paso prácticamente desapercibida gracias al buen sabor de boca que le habías dejado a tus fanáticos en la década anterior. Pero te engolosinaste, se te subió el ego a tal grado que no podías creer que siguieras jugando bajo el mismo techo que tu acérrimo rival, y entonces, como un adolescente que decide dejar la lujosa y cómoda casa de sus papas para buscar el éxito de manera independiente, tú y tus cementeros tomaron la decisión de abandonar el Azteca para emprender un nuevo proyecto y empezar una nueva era en lo que ahora se llamaría tu nuevo hogar: El Estadio Azul.

Tu pintoresca nueva morada te subió el orgullo y en menos de un año tuviste tu final soñada, aquella que de la mano de tus pupilos “El Gatillero” Palencia, “El Conejo” Perez, y sobre todo del veterano Carlos Hermosillo haría que levantes tu octavo título y que pusieras a temblar a las Chivas y al América amenazando con ser el “Más Grande” del país. Pero hasta ahí llegó tu gloria, tu grandeza, tu poderío, y pronto comenzarían a salir los fantasmas del Azul a hacer de las suyas. Comenzó tu sequía, unos largos y tristes años dónde al principio de cada temporada lograbas levantar los ánimos de tus aficionados y les prometías que llegaría el poderoso título número 9, número que varias de tus figuras de renombre portaron en su dorsal a lo largo de estos lamentables año, pero ni Marioni, ni Richard Nuñez, ni el Chelito, ni Sabah, ni Camoranesi, ni siquiera el legendario y más grande de todos José Saturnino Cardozo Otazú logró quitar el hechizo. Ni el pobre potro vestido de azulgrana se pudo salvar de dicho conjuro cuando tú lo albergaste en tu estadio y hasta cayó al descenso a los pocos años de estar ahí. La maldición estaba ahí para quedarse.

21 años han pasado desde tu último campeonato de liga. La mayoría de la gente que conozco no había nacido cuando te coronaste, o si bien había nacido, no se acuerdan de aquella vez que levantaste el trofeo en el Nou Camp, y hoy, querido azul, estás fuera de la Liguilla por sexta ocasión consecutiva. Después de nuevamente ilusionar a los pobres de tus aficionados con la llegada del internacional Paco Jemez que por lo único que será recordado es por su exquisita hija de tan solo 17 años, volviste a fracasar. Me llena de tristeza que el próximo año estarás en la paupérrima pelea por no descender, porque tú no eres así. Ya has pasado de ser la burla de todo el medio futbolístico a simplemente dar lástima, y no queremos que te vayas a la segunda categoría nacional, porque tú azul, tú nos has inundado a los demás equipos de risas, de emoción, de llanto, y de alegría. Tú azul nos has enseñado que hasta el último minuto tiene 60 segundos y que ahí hasta lo impensable puede suceder. Tú azul, nos has demostrado que no hay imposibles, pero sobre todo, nos has llenado a todos de esperanza y has cambiado la percepción de este hermoso juego de 11 contra 11. Por eso te apoyaremos para que mantengas la máxima categoría el próximo año, ya que sin ti, nuestra liga sería como un pan árabe sin jocoque, o como unos tacos sin salsa, simplemente no sabría igual.

La verdad, querido Azul, no sé si es Billy, el Loco, o la cabra, pero lo que está claro es que habitas en una mansión embrujada, acechada por fantasmas, brujas y hechizos que te han llevado a ser la penuria y la burla del futbol mexicano. Pero no llores, que todo algún día se acaba y pronto volverás a aquel lugar donde creciste, donde te embarneciste y te hiciste grande, aquel establecimiento en donde algún día llegaste a ser la envidia de toda una nación. Nosotros que le dimos asilo a nuestro hermano el rayo, que le pusimos un techo y le dimos de comer a un pobre potro vestido de azulgrana, nosotros que albergamos a nuestra selección en sus partidos importantes, aquí te esperaremos con los brazos abiertos para el 2018 para ver si logras expulsar a los demonios del Azul de una vez por todas. ¡Bienvenido de vuelta a casa, hijo!

fracaso azul

-Fabian Gosselin

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